sábado, 27 de octubre de 2012

CARTA DEL DE DÍA DE DIFUNTOS




Queridos esposo e hijos, espero que a la llegada de esta os encontréis todos bien, yo quedo bien gracias a Dios.
Empezaré escribiéndoles que mis padres se han alegrado mucho de verme y me dicen que os mande un abrazo y muchos besos de parte de ellos. Mi tía Rosario, que hacía más de veinte años que no me veía, se llevó una gran sorpresa cuando se enteró de que estaba aquí. Está igual que como yo la recordaba. Aquí está con su cara ancha, redonda y sonrosada, y esa larga cabellera negra que la hace inconfundible. Hasta creo que la ropa que lleva puesta ahora es la misma que llevaba entonces, ella siempre fue muy conservadora en el vestir. Me manifestó, que me había echado mucho de menos durante este periodo de tiempo, que de todas las sobrinas era yo la que más le complacía y también que siempre me consideró la hija que ella nunca tuvo. Como sabéis mi tía Rosario se quedó soltera.

Nada más llegar aquí me encontré con Paquita, esa amiga mía de la infancia que tantas veces os he hablado de ella y que hacía un montón de tiempo que no nos veíamos. Está bastante cambiada, bueno la verdad es que las dos lo estamos porque de cómo nos imaginábamos a como somos en la actualidad hay una diferencia considerable, pero a pesar de ello, nada más vernos supimos quienes éramos. Hemos estado bastante tiempo hablando de nuestras vidas y me ha contado que se casó con un buen hombre de un pueblo de aquí cerca… que ha sido muy feliz.
Tuvo tres hijos, dos varones y una niña. Los niños están ya casados y viven en Canarias y la niña que es soltera todavía vive en Madrid. Ella estuvo viviendo en ese pueblo desde que se casó hasta poco después de morir su marido, que fue entonces cuando se vino aquí.

Hemos rememorado aquellos días de nuestra infancia en los que jugábamos en la resolana que había al lado de nuestras casas. Lo hacíamos con las muñecas de trapo confeccionadas por nuestras madres, también a las cocinitas con las cáscaras de nueces, que hacían las veces de platos, llenándolos de semillas de malvas a las que nosotras llamábamos quesitos.

He de deciros que en este lugar estamos muchos conocidos y bastantes que yo no conocía pero que, pronto se encargaron mis padres de decirme a que familia pertenecía cada uno de ellos, -ya sabéis- por los apodos, aquí todos estamos doblemente bautizados, el nombre de pila que te asignan al bautizarte y el mote que heredas de tus progenitores o el que a alguien, medio en broma o medio en serio te dice un buen día, y es por el que te recuerdan hasta el final de los tiempos.

Aquí, en estos días, están todos algo nerviosos, porque dicen que próximamente vendrán los del pueblo, esos que al igual que vosotros, están en el otro lado y que se presentarán con sus mejores galas portando ramos de flores y cirios nuevos. Hace varios días estuvieron ya algunos por aquí, adecentaron el porche de nuestras residencias y desempolvaron nuestros nombres y la fecha de nuestra llegada a este lugar.

Se nota el ambiente de ansiedad que hay entre nosotros por ver las diferentes diapositivas que transparentarán los visitadores:
Tal vez…
-una lágrima que se deslize en una mejilla acanalada por el paso de los años-
-un suspiro envuelto en celofán de mentirilla-
-unos ojos sonrojados por la pena o la añoranza-
o…
-una simple asistencia para evitar el qué dirán.-

En fin, que os voy a decir, los mismos actos de virtud o hipocresía y las mismas acciones puras o egoístas, siempre innatas en los seres humanos y que desde aquí se contemplan con una mayor nitidez.
Cada cual, a su manera, piensa en el tiempo que lo compartíamos todo, ese tiempo de la presencia en forma y lugar que es el más importante de la naturaleza y que habitualmente ignoramos. Lo ignoramos hasta que nos zambullimos en esa ineludible separación, que es cuando realmente comprendemos el valor de la materia.

Por esto, espero y deseo con toda mi alma, que atraséis lo máximo esa separación, que apuréis hasta la última gota de la existencia y que os extasiéis con ella, porque ella (la existencia) es, en ese lado y a pesar de todo, la única verdad.

Sin más, se despide de vosotros, con un profundo abrazo, la que os quiso y siempre os querrá; la que fue y siempre lo será, vuestra esposa y madre… 

Violeta CAMPO SANTO 


C. Abril C.

(c)copyright